Dilema de todos los días: Mi pelo.
En target de motivos de crisis existencial, es uno de los primeros en la lista, mayormente por su carácter indomable. Al ser simplemente un objeto de disturbio en mi ser, que a veces amo, a veces odio y a veces nada más no lo entiendo, y al realmente no tener muy claro qué es lo que espero de él, se generan en mi sistema nervioso... todo. Me dan ganas de raparme, de dejármelo crecer hasta las rodillas, de comer torta fritas, mirar una película y también dominar el mundo. En esas milésimas de segundo soy capaz de hacer desastres o fallecer. Resumiendo el motivo de este ridículo post, me voy a cortar el pelo, no hoy, no mañana, no sé cuándo, pero lo haré, y seré feliz.
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