viernes, 6 de mayo de 2011
¿Dónde aprendiste a curar las heridas de una vida en tan pocos meses? ¿De quién sacaste la sutileza y el respeto con el que me sabes tratar? ¿Cómo lográs tan fácilmente que con un solo roce se me erice la piel? Mi corazón no se detuvo gracias a que cada latido te lo dedico a vos, la sangre que corre por mis venas escribe tu nombre adentro mío. Y es que me enseñaste a vivir sin temerle a nada, más que a perderte; me compartiste cada una de tus vivencias, me confiaste tu historia; te atreviste a atravesar la fortaleza de mis miedos sin incluso darte cuenta. Y de a poquito pero tan rápido, te apoderaste de mi alma. Y estoy feliz de que así sea, de que yo sea tuya y vos para mí, la vida entera. De vos, me encanta todo. Me encanta tu carita imperfectamente perfecta, me encanta tu sonrisa de dientes grandes, me encanta el verde de tus ojos al mirarme. Me fascina tu risa espontánea, alterada y fuerte, me fascina que cantes en mi oído, me fascina que me muerdas la boca. Adoro cuando me abrazas tan fuerte que siento que voy a desarmarme, adoro que me regales cosas porque sí y adoro que me pidas que te corte el pelo o te tiña cada tanto. Amo ese lunar que tenés sobre el ojo izquierdo y me enloquece lo perfecto de tu nariz. Estoy enamorada de que todos los días quieras darme un poco más que ayer pero menos que mañana, y de lo feliz que nos hace el estar juntos hoy, vos y yo hasta el día en que tenga que armar una torta con tus cenizas y algo de cemento para guardarla debajo de mi cama hasta que sea mi turno. Simplemente estoy enamorada de vos y de todo lo que esté relacionado con tu persona.
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