jueves, 31 de mayo de 2012

$1,20 hasta terapia: Especímenes del 29 (Primeras 4 sesiones)

Bueno, me planteé la idea de hacer una especie de 'tira' bisemanal (lunes y jueves) donde hable sobre una persona en particular que me haya sorprendido en el viaje hacia terapia. Esta idea surge debido a que no hubo un solo día en que no viera a alguien que me llamara la atención. En fin, hoy hablo de las primeras sesiones juntas porque me da paja hacer 4 posts.

17/05/12
Sesión N°1: Después de tomar un capuccino frappe Oreo en Mc, tomé el 29, como se volvió costumbre, para volver de terapia. Suelo viajar parada a menos que haya muchos asientos vacíos debido a que cuestiones éticas hacen que me pare apenas veo a alguien que busca asiento, así que es casi inútil sentarme. En fin, iba parada en el medio del bondi, sujeta del caño de al lado de la puerta, era de los bondis que no tienen escalerita sino que bajás directo. En eso me puse a mirar a un flaco que estaba parado adelante mío mirando para afuera por la ventana. Era un flaco no muy alto, con el pelo largo y una colita que no cumplía muy bien su función ya que estaba apunto de caerse. Recuerdo que tenía una mochila de una banda que me gusta pero no recuerdo cuál. Venía sujeto de la manija de la puerta y en eso veo que se empieza a golpear la frente de una forma extraña y alternaba los golpes a su cara con golpes a la puerta. Dejó de sostenerse de la manija y se agarró de los ganchos que cuelgan del techo; lo soltaba, lo volvía a agarrar, lo rodeaba con la mano, se le "escapaba" y lo trataba de agarrar otra vez, se volvía a golpear la cara. Todo esto sin emitir palabra alguna y sin llamar mucho la atención, no eran golpes ruidosos e incluso parecía que lo tenía hasta medio controlado. Consiguió un asiento y se puso a mirar por la ventana. Hacía un movimiento con la cabeza como si estuviera escuchando música, cosa que no estaba haciendo, se mordía las uñas y los dedos compulsivamente y se seguía pegando cada tanto. No puedo estar segura pero realmente creo que era esquizofrénico y fue muy perturbador. Me daba mucha cosa, era como "Hola, no entiendo cómo es estar en tus zapatos y eso me molesta. Te puedo dar un abrazo?". En fin así empecé terapia.

22/05/12 (hasta esta semana iba martes y jueves)
Sesión N°2: Esta vez la situación fue más frustrante que otra cosa. Viajaba nuevamente parada al lado de los asientos que están atrás del chofer. Sube una señora bajita, gordita y medio morocha, con el pelo casi negro y con rulos rebeldes pero atados tirantes. Vestida como la clásica ama de casa, con zapatillas deportivas blancas, jean con dobladillo, remera ajustada cuando es obvio que no favorece y unos anteojos necesarios para leer. Lo interesante era que a pesar de todo esto la mina tenía pinta de ser decente, seria. Toda esa imagen que me había armado de una persona que ayuda a su hijo con la tarea de matemática se cayó a pedazos cuando, mientras ella mandaba un mensaje muy concentrada en la pantallita de su celular anticuado, miré la cintura de su pantalón y descubrí que de su bolsillo salía el llavero que colgaba, seguramente, de sus llaves. Uno de esos que venden en la puerta de los recitales, con una foto de la banda o del logo de esta. La señora realmente paracía la clásica mamá amante de Luciano Pereyra o Ricardo Arjona, pero no... Su llavero tenía la foto de Sebastián Mendoza y eso sólo lo sé porque debajo decía su nombre en grande. De pronto la imagen de ama de casa con un nene en la cocina haciendo cuentas se transformó en la de una casa llena de nenes corriendo, con chombas, bermudas y yantas Adidas o Nike y escuchando cumbia romántica. Ese día el hecho de volver a terapia en el 29 me parecía una idea lejana y poco aceptable.

24/05/12
Sesión N°3: En esta ocasión se sube al colectivo un muchacho que dijo ser de otro lado pero no recuerdo de dónde. Lo que se es que me sorprendió porque el tipo era negro prácticamente mota y no era de ningún lugar correspondiente a esa característica. En fin, cantaba muy gracioso, bastante raro, no mal, pero muy raro. La mejor parte es que tocaba el bongo y eso me hizo muy feliz. Le di todas las monedas que tenía en el bolsillo recordando más tarde que tenía que volver a mi casa pero bueno, son cosas que pasan.

31/05/12 (hoy)
Sesión N°4: El día de hoy viaje a la ida con dos oficinistas bastante jóvenes que se encontraron en la parada. Bueno, más bien uno estaba arriba del bondi observando cómo el otro corría para llegar a subir. Cuando se ponen a habar, el que subió primero le cuenta al que corrió que el día anterior volviendo de un lugar lejos (sí, mi memoria respecto a lugares está fallando) en tren, compró una Vauquita grande a $7 y se la comió entera. Ya de por sí me perturbó el hecho de que saque la caja de dicho dulce de su bolso para mostrárselo a su compañero como orgulloso de haberlo hecho realmente. Luego procedió a contar que cuando llegó a su casa, su madre (treinta años, sí) lo esperaba con un bol de Capeletinis y orgulloso nuevamente, dijo que les entró del bol directo. Muy interesante la charla, en especial por las caras y risas de pubers que le agregaba más patetismo a la situación. Lo lindo fue que cuando me estaba por bajar vi que estaba subiendo el muchacho con el bongo otra vez y me sacó una sonrisa, pero me perdí su canción :(

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