martes, 26 de abril de 2011

Cuando las cosas van mal, van mal. Y el aire cada día es más denso. El estar vivo, cada segundo se vuelve más tedioso, y el único escape que tengo es el saber que algún día se va a acabar. Quejas. Quejas escucho, quejas se sienten, quejas incluso tengo y guardo. Ya no siento el peso del enojo que algunas veces creo; después de una lluvia, sólo el perfume de la angustia. No quiero más lágrimas en vano, y en vano no porque no lo valga sino porque no modifican nada. Ya no quiero más sentir, si se siente así de mal. Me quedo con la familia que recolecté por la vida con el tiempo, con la que siento familia realmente, que con la pre fabricada que me tocó. Al fin y al cabo cuál es la diferencia, si te corto, vos sangras igual que yo.

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