jueves, 11 de agosto de 2011

Me siento dependiente. Sí, una dependiente bien, pero una dependiente al fin. Realmente no creo que sea bueno ni que me vaya a hacer bien a la larga, pero por el momento no me molesta. Bueno no tanto. Me molesta saber que soy dependiente de vos, que te necesito todo el tiempo, que te extraño cada vez que estás lejos, que cuando te vas me doy cuenta lo feliz que me haces y otra vez siento que estás lejos, y eso me pone triste. Y ¿sabes qué? Me enojo como nena chiquita y caprichosa que infla los cachetes cuando venís a casa y estás tan cansado que terminas durmiéndote. Pero termino haciéndote caricias en la nariz y dándote besitos, viendo cómo te movés frunciendo un poquito el ceño cuando te rozo con la yema de los dedos y te da cosquillas, y me das mucha ternura, y me da ganas de comerte a besos, y me das mucha ternura, y no te despierto porque bueno, sos muy tierno. A lo que voy es a que te extraño, hoy, ahora, todo el tiempo cada vez que no estás. Y dejarte anotado que te amo, para que no te olvides. Ah cierto, te extraño.

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