martes, 12 de junio de 2012

Si alguna vez he dado más de lo que tengo, me han dado algunas veces más de lo que doy. Si me he olvidado ya el lugar de dónde vengo y puede que no exista el sitio a donde voy. A las buenas costumbres nunca me he acostumbrado, del calor, de la lumbre del hogar me aburrí. También en el infierno llueve sobre mojado, lo sé porque he pasado más de una noche ahí, en busca de las siete llaves del misterio, siete versos tristes para una canción. Siete crisantemos en el cementerio, siete negros signos de interrogación. En tiempos tan oscuros nacen falsos profetas, y muchas golondrinas huyen de la ciudad. El asesino sabe más de amor que el poeta y el cielo cada vez está más lejos del mar. Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción, ayer quiso matarme la mujer de mi vida, apretaba el gatillo, cuando se despertó, con siete espinas de la flor del adulterio, siete carreteras delante de mi, siete crisantemos en el cementerio, siete veces no, siete veces sí. Me enamoro de todo, me conformo con nada, un aroma, un abrazo, un pedazo de pan, y lo que buenamente me den por la balada de la vida privada de fulano de tal. Siete crisantemos en el cementerio, siete despedidas en una estación, siete crisantemos en el cementerio, siete cardenales en el corazón.

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